El pan es uno de los alimentos más básicos y antiguos de la humanidad, pero su fabricación y consumo ha evolucionado con el tiempo. En la actualidad, el 45% del pan que se consume en el mundo proviene de masas congeladas.
Esta tendencia ha surgido por varias razones. En primer lugar, las masas congeladas permiten a los panaderos ahorrar tiempo y recursos, lo que se traduce en una mayor eficiencia y rentabilidad. Además, estas masas son más fáciles de manejar y almacenar que las masas frescas, lo que las hace ideales para la preparación de grandes cantidades de pan de forma rápida y constante.
Sin embargo, esta tendencia también tiene sus detractores. Algunos argumentan que las masas congeladas carecen del sabor y textura característicos del pan hecho con masa fresca. Otros señalan que su producción puede ser menos sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
A pesar de estas críticas, el uso de masas congeladas sigue siendo una solución práctica y eficiente para muchos panaderos en todo el mundo. Además, las nuevas tecnologías están mejorando constantemente la calidad y sabor de las masas congeladas, lo que sugiere que pronto podrían superar las críticas mencionadas.